El clima escolar como primera dimensión de la escuela constructora de paz
Unesco (2012) hace especial énfasis en
la relevancia del clima escolar, porque existe una asociación directa entre
buenas condiciones de esta variable y los aprendizajes; y el rendimiento
académico y el logro. Adicionalmente, López (2014) señala que el clima escolar
incide en la construcción de ambientes propicios para el intercambio de ideas y
saberes, la formación ciudadana y el desarrollo de prácticas escolares
coherentes con el contexto Sandoval (2014), Unesco (2012), Bosco, E. B. (2012),
López (2014), entre otros, señalan una relación significativa entre la
percepción del clima social escolar y el desarrollo emocional y social de
alumnos y profesores. La percepción de la calidad de vida escolar también se
relaciona con la capacidad de retención de estudiantes de los centros
educativos.
Esta correlación se debe principalmente
a los siguientes elementos: sensación de bienestar general, sensación de
confianza en las propias habilidades para realizar el trabajo escolar, creencia
en la relevancia de lo que se aprende en la escuela, identificación con la
escuela, interacciones con pares y con los profesores.
Por otra parte, el clima escolar
contempla los ambientes de aula como una de las variables centrales. Estos
propician actividades para que los estudiantes sean los protagonistas del
proceso de aprendizaje. En este sentido, ellos pueden enfrentarse a problemas
cotidianos, usar materiales concretos para modelar situaciones o crear
propuestas para el desarrollo comunitario.
Así pues, como propone Otálora (2010) y
Vite (2014) los ambientes cumplen cuatro principios fundamentales que son:
- Posibilitar el
encuentro y las relaciones.
- Facilitar el contacto
con materiales diversos para estimular un amplio abanico de
aprendizajes cognitivos.
- Ofrecer distintos
sub-escenarios según los objetivos de clase y el desarrollo
de competencias socioemocionales y afectivas.
- Permitir la
interacción y participación de todo el grupo en la construcción
del propio ambiente.
En estas líneas, nuestras aproximaciones
al clima escolar tienen que ver con dos grandes enfoques: la creación,
mantenimiento y mejoramiento de las relaciones; y la promoción de ambientes
innovadores de las escuelas. Lo primero apunta al re-afianzamiento de la escuela
como espacio privilegiado para la construcción de ciudadanía (plenamente
pertinente en los marcos del posconflicto) y, lo segundo, a la dinamización de
las prácticas escolares para posicionar a la escuela como un escenario
deseable, en el que se previene la deserción escolar desde acciones que sitúan
a los estudiantes como los protagonistas de su propio proceso educativo.
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