sábado, 23 de marzo de 2019


 El clima escolar como primera dimensión de la escuela constructora de paz


Unesco (2012) hace especial énfasis en la relevancia del clima escolar, porque existe una asociación directa entre buenas condiciones de esta variable y los aprendizajes; y el rendimiento académico y el logro. Adicionalmente, López (2014) señala que el clima escolar incide en la construcción de ambientes propicios para el intercambio de ideas y saberes, la formación ciudadana y el desarrollo de prácticas escolares coherentes con el contexto Sandoval (2014), Unesco (2012), Bosco, E. B. (2012), López (2014), entre otros, señalan una relación significativa entre la percepción del clima social escolar y el desarrollo emocional y social de alumnos y profesores. La percepción de la calidad de vida escolar también se relaciona con la capacidad de retención de estudiantes de los centros educativos.
    






Esta correlación se debe principalmente a los siguientes elementos: sensación de bienestar general, sensación de confianza en las propias habilidades para realizar el trabajo escolar, creencia en la relevancia de lo que se aprende en la escuela, identificación con la escuela, interacciones con pares y con los profesores.

Por otra parte, el clima escolar contempla los ambientes de aula como una de las variables centrales. Estos propician actividades para que los estudiantes sean los protagonistas del proceso de aprendizaje. En este sentido, ellos pueden enfrentarse a problemas cotidianos, usar materiales concretos para modelar situaciones o crear propuestas para el desarrollo comunitario.


Así pues, como propone Otálora (2010) y Vite (2014) los ambientes cumplen cuatro principios fundamentales que son:

  • Posibilitar el encuentro y las relaciones.
  • Facilitar el contacto con materiales diversos para estimular un amplio abanico de aprendizajes cognitivos.
  • Ofrecer distintos sub-escenarios según los objetivos de clase y el desarrollo de competencias socioemocionales y afectivas.
  • Permitir la interacción y participación de todo el grupo en la construcción del propio ambiente.



En estas líneas, nuestras aproximaciones al clima escolar tienen que ver con dos grandes enfoques: la creación, mantenimiento y mejoramiento de las relaciones; y la promoción de ambientes innovadores de las escuelas. Lo primero apunta al re-afianzamiento de la escuela como espacio privilegiado para la construcción de ciudadanía (plenamente pertinente en los marcos del posconflicto) y, lo segundo, a la dinamización de las prácticas escolares para posicionar a la escuela como un escenario deseable, en el que se previene la deserción escolar desde acciones que sitúan a los estudiantes como los protagonistas de su propio proceso educativo.

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